¿Qué interculturalidad?
Julio Torres Pallara
Este mes del
año nuevo andino y de la festividad del Inti Raymi, en medio de la penumbra
publicitaria mercantil turística que se propaga y que nos distrae,
sustrayéndonos del verdadero significado de estas celebraciones, es oportuno
hacernos algunas preguntas: ¿Quiénes somos y cuál es nuestro origen?, ¿Qué
hacemos en este espacio y tiempo? ¿Hacia qué destino marchamos? Quizás así
podamos comprender en nuestra condición de ser los otros, la nueva mirada
occidental desde su versión intercultural.
Orientándonos
en nuestro Uku Pacha, nos encontraremos inevitablemente con la invasión de los
españoles a nuestra patria grande el Tawantinsuyo, con la invasión de los
españoles, portugueses, ingleses y otras etnias occidentales a nuestro
continente Abya Yala.
Entonces,
debemos comprender que los pobladores de este continente somos parte de un
territorio invadido, pueblos y culturas casi exterminadas, donde en lo que
queda del Tawantinsuyo, en el Perú, Bolivia, Ecuador, Argentina, Chile y
Colombia, en el macizo andino después de casi cinco siglos los descendientes de
los Inkas seguimos resistiendo a la arremetida occidental que procura aún la
extinción de toda cultura que no sea la de ellos.
Esta realidad,
nos llama a enjuiciar la falsa historia que nos han enseñado en la escuela,
historia escrita por los propios invasores, por sus escribas de ayer y de hoy.
Por tanto,
desde la tecnología y ciencia que nos transmiten los monumentos arqueológicos, los
tejidos, la cerámica, la orfebrería, la astronomía, la hidráulica, la genética
de productos alimenticios y medicinales, el arte, las vivencias culturales,
saberes que testimonian el Sumaq Kawsay como objetivo estratégico del hombre
andino; y fundamentalmente desde la trascendencia del Taky Onqoy resistencia
ideológica emprendida por nuestros antepasados al proceso civilizatorio de los
invasores, hoy debemos acrecentar nuestra voluntad para el estudio y la
investigación, no sólo de la historia, sino fundamentalmente del pensamiento,
de la concepción que tuvieron nuestros antepasados del cosmos y de su propia
existencia, es decir de su filosofía.
De ese modo
podremos liberarnos de la filosofía occidental que los españoles impusieron a
nuestros antepasados en nombre de su rey y Dios.
De hecho esta
conducta y proceder de los occidentales, se explica desde el principio
fundamental de su filosofía, que es la unidad, a partir de la cual emanan todas
las cosas existentes en el universo y por tanto deben retornar a ella.
En la
concepción occidental la unidad es la esencia univoca, síntesis divina de la
existencia y reveladora de la verdad, por tanto está fuera de toda
determinación cognoscible y considerada inefable, infinita y dogma irrefutable.
En la
filosofía occidental el hombre es sustraído de su terrenalidad, de su cosmos;
considerando a todo lo que existe en la naturaleza como recurso apropiable.
Por su parte
en el hombre se separa el mundo de la razón y el mundo sensible, valorando al
primero e identificándolo con la creación de la cultura, competencia que sólo
ellos poseían (incluso sólo los varones occidentales), segregando al segundo e
identificándolo con la sub humanidad característica asignada a los pueblos
invadidos (incluso a las mujeres occidentales); de ahí su concepción machista,
etno y culturocentrista, excluyente y depredador.
Por esta
filosofía racionalista a pesar del discurso humanista, en esta era de la
sociedad del conocimiento o post industrial, los poseedores del poder del
mercado han implementado estrategias de enajenación y hasta de sub
humanización, de aprovechamiento de la diversidad para acrecentar el
individualismo y la libertad de pensar según el libreto mediático que difunden
en los medios. Es más las personas son valoradas por su competencia para
generar utilidades como recurso y su capacidad para consumir los productos
ofertados en el mercado, exaltándose los paradigmas de la competitividad, la
eligibilidad, el consumismo, que generan de manera extrema el oportunismo, el
egoísmo, el odio, el derroche y la contaminación.
Todo este
conjunto de males, han puesto en crisis a la humanidad, demostrando la
insostenibilidad de dicho pensamiento, muy a pesar del reconocimiento forzado
de la diversidad y pluriculturalidad en el mundo, que les ha motivado plantear
la interculturalidad.
Interculturalidad
que en su acepción más sana, se considera como el dialogo entre culturas.
Sin embargo,
desde nuestro lado debe surgir la interrogante, ¿será posible establecer ese
diálogo intercultural entre la cultura occidental del norte desarrollado y las
culturas de los países del sur subdesarrollado entre ellos la cultura andina? y
¿qué pretenden los occidentales con la interculturalidad?
Dado las
características y la crisis del pensamiento de los occidentales, las
estrategias para resolver sus problemas, como siempre requieren del trabajo, de
los recursos naturales y los mercados de los pueblos del sur; de tal manera que
con este nuevo discurso lo único que pretenden es seguir manteniéndonos
asimilados y desvinculados de nuestra terrenalidad, para que su nuevo dios el
dinero siga reinando en el mercado paraíso del lucro, la corrupción y la
injusticia.
Frente a este
panorama en nuestra condición de pueblo invadido ¿cuál debe ser nuestra
repuesta a esta propuesta de interculturalidad?; sólo caben dos salidas:
Uno, asimilarnos a occidente e imitar todas sus manifestaciones tal como lo venimos haciendo ya.
Uno, asimilarnos a occidente e imitar todas sus manifestaciones tal como lo venimos haciendo ya.
Dos, asumir
nuestra terrenalidad, nuestra condición bio-cultural y sanarnos sacudiéndonos
de todo lo adverso de la cultura occidental.
Por la
segunda opción, que nos conducirá a la libertad con identidad e integrado a
nuestra comunidad y madre tierra, se requiere previamente afirmarnos en nuestra
cultura en el contexto del mundo globalizado y pluricultural.
En ese
sentido al visionar nuestro Hanan Pacha, en la complejidad e incertidumbre
cósmica, nos aguarda el nuevo Pacha Kuty de la humanidad, que se está
emprendiendo desde este Kay Pacha, en un inmenso esfuerzo para volver a transitar
por el gran Qhapaq Ñan, el camino de la sabiduría andina, la escuela de los
nuevos Qhapaq Kuna.
Al respecto
tomando en cuenta el legado cultural andino y lo que señala Javier Lajo en su
libro Qhapaq Ñan la Ruta Inka de Sabiduría, se concluye que el pensamiento del
hombre andino del Tawantinsuyo se sostuvo en una concepción de que, todo lo que
existe en el cosmos ha sido parido, es decir, el origen cosmogónico primigenio
es la paridad, y no la unidad como en occidente.
De la paridad
de la materia y energía, hace aproximadamente 14 mil millones de años surgió el
espacio y el tiempo, y todo lo que en ella está evolucionando como resultado de
la complementariedad proporcional en el suceder del desorden y el orden, del
caos y la armonía, en un permanente proceso de expansión del cosmos, regido por
las Leyes:
Del Yanantin,
de la Paridad Complementaria, generadora de nuestra existencia.
Del Tinkuy,
de la Oposición Proporcional, generadora del cambio, del movimiento, de la
dinámica, de la evolución.
Del
Pachatussan, de la Vincularidad entre el tiempo pasado y el tiempo futuro,
entre el espacio de adentro y el espacio de afuera.
Del
Chekalluwa, del Equilibrio o Justo Medio, que corresponde a las condiciones más
adecuadas de la tierra donde surge la vida, estrechamente relacionado con el
ángulo de inclinación óptima del eje de la tierra.
De ahí que el
hombre andino, piensa que todo lo que existe en el mundo tiene vida y da vida;
y el objetivo estratégico de su propia existencia es el Sumaq Kawsay, para cuya
consecución debe previamente lograr el Allin Yachay y el Allin Munay que genera
su Allin Ruway.
Por dicha
razón y en el propósito de reivindicar la sabiduría de nuestros antepasados, en
este tiempo como integrantes de una comunidad y de la madre tierra, por la
educación debemos lograr:
El buen
saber, que nos permita visionar, crear, construir, innovar, criar.
El buen
querer o buen sentimiento, que nos permita querer y amar, ser honestos y
respetuosos, poniendo la tecnología y la ciencia al servicio de la humanidad
sin atentar contra la naturaleza.
Provisto de
esos saberes y sentimientos lograremos el buen hacer, que nos permita hacer
bien nuestro trabajo, para luego alcanzar el buen vivir, el Sumaq Kawsay para
vivir en armonía con los miembros de nuestra comunidad y con todos los seres de
la madre tierra.
Esta es la
filosofía que el hombre andino, los herederos de la Cultura Inka, debemos
ofrecer como alteridad a la Filosofía Occidental, sólo de ese modo el diálogo
intercultural será proporcional y complementario.
27 jul 2013
Comentário de Filosomídia:
Em tese, creio
que os significados e razões da “interculturalidade”, “etnoeducação”, “educação
multicultural”, “educação indígena”, “educação intercultural” etc. nascem, a
princípio, como explicações de passos dados na compreensão, no reconhecimento e
respeito às “conquistas” e lutas “rexistentes” das “minorias culturais” fazendo
frente à quase eliminação total pela “cultura dominante”. Contidas nas cartas
internacionais de direitos humanos escritas ao longo da história dessa
sociedade ocidental hegemônica em que vivemos, os artigos mais ou menos
des-respeitados valem um “freio” ao trator avassalador e acachapante de
interesses de domínio do mundo por uma auto-intitulada elite que se move por
seus interesses de controle e exploração de tudo e de todos.
No campo da “formação”
das novas gerações a história legitimada, e aprendida nos livros didáticos, dão
conta de explicar como se formaram os sistemas educacionais doutrinadores, desde
a Ratio Studiorum jesuíta até os mais
recentes planos nacionais de educação sob o manto de interesses maiores que
separa o regional e local como “folclore”, como manifestação de cultura
inferior a ser tolerada para que certa ordem mundial se estabeleça a garantir a
“paz” mundial.
Tanto na
relação de exploração/dominação econômica quanto na da libertação de toda forma
de opressão pelas vias da “educação” a partir dos pressupostos da “razão”
ocidental, houve “rexistências” (resistir para existir no Bem Viver) ao longo
dos séculos, quando diversas culturas e povos outrora subjugados mantiveram
suas tradições pelas vias da Sabedoria Ancestral a guiar seus próprios passos nos
des-caminhos do mundo que foi se globalizando.
Nesse
contexto dos interesses “ocidentais” e rexistência das culturas andinas, a
questão central no campo da Educação na luta por um projeto civilizatório da
humanidade, se dá para partir em direções diametralmente opostas em sentido e
direção ao mundo que queremos para nós todos e para as gerações futuras. Assim,
de dentro dos sistemas nacionais de Educação surgem as escolas de pensamento
que podem ser/ter sentido de “integração”, de “aculturação”, de libertação, de
livre-pensamento e auto-determinação dos povos criando atritos necessários a
lapidar o conceito ocidental de “nações”, dando um passo à frente e dois atrás,
ou dois à frente e talvez um atrás sobre qual é o papel da escola.
A escola ayllu ou a escola ocidental do be-a-bá;
a escola da libertação e da sabedoria ou a escola da reprodução do saber
legitimado pelas elites econômicas?
Como garantir
a existência de escolas como a Warisata, ou das escolas batizadas de interculturais
dentro do sistema vigente? Será pela luta por legitimá-las como de direito dos
povos ancestrais pelas vias daquelas cartas dos direitos humanos e “indígenas”?
As constituições nacionais latino-americanas atuais dão conta de satisfazer os interesses
no mais das vezes contraditórios com as aspirações dos povos de Abya Yala, ou
Outro Mundo há que nascer da derrocada de sistemas que já não conseguem mais
abarcar ou impulsionar sonhos a se realizar pelo impulso de uma sabedoria quase
esquecida?
O “mal
necessário” da “interculturalidade” en-coberto e des-estabilizando a ordem mundial,
tolerado como aquiescência da cultura hegemônica vigente ao outrora subjugado e
sem voz, cederá passo a passo, conquista à re-conquista do direito à determinação
dos povos e à cosmovisão e formas de existir e re-criar a vida para o Bem Viver
a partir de conceitos sagrados e libertadores da consciência humana.
Pessoalmente,
creio que o século XXI assistirá as mais profundas transformações, que já começaram
a sacolejar as ideias, formas de expressão e os alicerces em que se construíram
impérios nesse continente que aponta ao sul. O “inter”, ou aquele que “é” entre
o micro e o macrocosmo - o ser humano - re-descobrirá sua cosmocidadania e
re-vira-voltará tudo com todos, dando verdadeiros passos re-evolutivos a se
manifestarem em todos os campos do saber/fazer desse Outro Tempo/Espaço,
libertando cada um para mil e uma outras conexões com o outro a se
estabelecerem, co-movendo a todos por todas as direções para todos os quatro cantos
do mundo. Algo assim, como a Sabedoria Ancestral se tornando um presente que
re-humaniza tudo e todos.
Somos ao
mesmo Tempo/Espaço herdeiros e, responsáveis por ampliar essas vozes ancestrais
e as fronteiras dessa sabedoria por todos os en-cantos do universo, e além,
sempre des-cobrindo. Somos Novos Inkas navegando “pelo infinito de nossa mútua
compreensão”*.