“El miedo paraliza, el coraje se organiza”
Mireya P. Ruiz Esparza y Benjamín Becerra
Y ya que estamos hablando de muros,
un muro sin graffiti es como un mundo sin rebeldes,
es decir, no vale la pena.
Don Durito de la Lacandona
Con este nombre, Convergencia Gráfica, integrada por La Otra Gráfika, Escuela de Cultura Popular Mártires del 68, Sublevarte Colectivo, Justseeds, Cordyceps, ZAM, Furia de las Calles, Gráfica de Lucha, Casa Naranja y Hacklab Autónomo, lanzó una convocatoria invitando “a artistas plástic@s, gráfic@s y visuales, estudiantes de arte y a cualquier persona entusiasta del dibujo, la ilustración y la imagen” a enviar gráfica copyleft para pegotes y banderas. Se lee en la convocatoria publicada el 18 de mayo de 2011: “Los pegotes y banderas constituirán una campaña gráfica contra la violencia, la impunidad, la militarización, el terrorismo de Estado y su aliada la delincuencia organizada, y por ni un muerto y ni una muerta más”.
Esta convocatoria gráfica se suma a las movilizaciones en contra de la guerra de Felipe Calderón, además de sumarse de alguna manera, a través de imágenes, a la reflexión sobre esta guerra que se ha dado en el marco del intercambio epistolar sobre Ética y Política. El Subcomandante Insurgente Marcos, en la Carta Primera a Don Luis Villoro “Apuntes sobre las guerras”, devela que no se puede hablar de ética y política si no se parte del contexto, de la realidad en la que se habla. Y la realidad que el pueblo mexicano vive es la guerra que ejecuta el México de arriba.
Desde 1997, el SCI Marcos ya nos había explicado que la guerra desarrolla un proceso de destrucción/despoblamiento y reconstrucción/reordenamiento. En estos tiempos de guerra, nos es más claro el significado del primer binomio: la destrucción del territorio conquistado, como destrucción de las bases materiales de la soberanía nacional; y el despoblamiento, como destrucción del tejido social. Hablemos de lo último.
La destrucción del tejido social se vive a partir de lo que identificamos claramente como el infame resultado de esta guerra: las muertes, las muchas muertes que ha sufrido la sociedad mexicana, pero no toda, fundamentalmente la sociedad de las y los de abajo. La violencia, la desaparición forzada, la muerte, nos llevan a otra forma de vivir la destrucción del tejido social: el miedo. Pregunta el subcomandante Marcos: “¿Qué relaciones sociales se pueden mantener o tejer si el miedo es la imagen dominante con la cual se puede identificar un grupo social, si el sentido de comunidad se rompe al grito de ‘sálvese quien pueda’?”
La respuesta es: ninguna. El miedo, como lo expresa el nombre de la convocatoria gráfica, generalmente paraliza y más cuando no tiene visiblemente un causante determinado al cual poder hacerle frente. El peligro que causa el miedo es mucho más temible si no está claramente identificado. Esto crea un sentimiento global de inseguridad que genera efectos individuales y sociales muy concretos: desconfianza, inhibición de la comunicación con otros, desvinculación de procesos organizativos, aislamiento social, en suma: disminución en la capacidad que tiene el individuo de controlar su vida, ya que vive en un estado constante de vulnerabilidad.
Esto nos recuerda una enseñanza del Viejo Antonio, que le compartió el Sub a Eduardo Galeano en 1995: “que uno es tan grande como el enemigo que escoge para luchar, y que uno es tan pequeño como grande el miedo que se tenga”.
Leia o texto completo em Revista Rebeldia, clicando aqui.
Via Colectivo Tejiendo (Bogotá/Colômbia)
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