sexta-feira, 19 de agosto de 2011

Llegar al gobierno o transformar el Estado


Llegar al gobierno o transformar el Estado

Decio Machado

“Si no vives como piensas acabaras pensando como vives” [1].

"Esta célebre consigna que se hizo universal tras ser graffiteada en los muros de las universidades parisinas en mayo de 1968,  ha recobrado su actualidad de la mano de los gobiernos de centro izquierda en América Latina.

La desmovilización en la que se encuentran los movimientos sociales en Latinoamérica está permitiendo que gobiernos teóricamente afines estén imponiendo agendas político-económicas de perfil “pragmático”, basadas en el inmediatismo y un caduco concepto del desarrollo. Los giros programáticos sufridos por los gobiernos “progresistas” del subcontinente son una alerta que recuerda como en Europa la socialdemocracia ejecutó las reformas más agresivas contra los derechos de las y los trabajadores [2].

Si tenemos en cuenta que incluso en los países que fueron definidos como del “socialismo real” lo que se reprodujo fue el rol del Estado como herramienta de dominación y control social, llegaremos a la conclusión que en la historia de la Humanidad encontraremos muy pocas, por no decir ninguna, experiencias de transformación del Estado desde dentro del propio Estado.

En América Latina los actuales gobiernos progresistas llegan tras dos décadas y media de aplicación de políticas neoliberales, las cuales dejaron su herencia: brutal incremento de los niveles de pobreza, concentración de la riqueza en manos de las corruptas élites oligárquicas, desmantelamiento del Estado, estancamiento y dependencia de las economías nacionales, abandono de políticas sociales, privatizaciones del sector público, flexibilización laboral, desempleo y salarios de miseria, incremento de la deuda externa y apertura indiscriminada al capital extranjero y especulativo.

Con estos antecedentes, el reposicionamiento de los gobiernos nacionales y la reconstrucción del Estado no es cuestión baladí, pero hay que entenderlos en la actual correlación de fuerzas a nivel mundial. Esta situación hace que también estos gobiernos estén siendo cooptados por el lobismo en decremento de las alternativas de desarrollo y la democracia real.

Sin la transformación del Estado -Estado Liberal que provee las circunstancias para que los individuos por sus propios medios adquirieran los bienes y servicios que necesiten-, se mantienen sus lógicas estructurales: proteger las relaciones de propiedad y el sistema representativo social burgués.

Estos llamados gobiernos “revolucionarios” están canalizando de tal manera sus contradicciones que estas dejan de ser contradicciones sistémicas, generándose procesos de asimilación que fijan los techos para las reformas políticas en cada una de las experiencias en marcha. Este proceso de asimilación también actúa de forma individualizada sobre las dirigencias “revolucionarias”, generando deslumbramiento personal y clientelismo.

Así las cosas, un criterio importante para la construcción de políticas alternativas debería basarse en la vinculación de coherentes prácticas económicas con la construcción de un poder alternativo. No se trata tan solo de que los intereses populares estén debidamente representados en la estructura estatal, el objetivo debe ser construir contrapoder.

Sin ignorar los logros en materias diversas protagonizados por los gobiernos de centro izquierda en la región, sus reacomodos hacen necesario reorientar su intervención en aras a desarrollar, desde las bases, nuevas formas de poder popular con apropiación y empoderamiento democrático.

Se trata entonces de un cambio de orientación de las políticas generadas desde lo institucional, dado que redefine la vía del cambio: este deja de ser únicamente desde el Estado (vertical), para posicionar un espacio de interlocución y complicidad entre Estado y ciudadanía. Transformar el Estado a partir de los procesos ciudadanos."

Leia o texto completo no Blog Decio Machado clicando aqui.

[1] Atribuida erróneamente a Paul Valery  y a Ghandi, en realidad “Il faut vivre comme on pense, sinon tot ou tard on finit par penser comme on a vecu” (hay que vivir como pensamos, sino tarde o temprano acabamos pensando cómo vivimos) apareció por primera vez en el capítulo final de Le demon de midi, una novela de Paul Bourget (Plon-Nourrit, 1914).


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